jueves, 27 de septiembre de 2012

· La Lágrima



Las nubes no dejaban llorar a la triste criatura que estaba viendo llover junto a un charco, esperando que cayese su lágrima. Eran tantas las gotas que la suya parecía insignificante al lado de la tormenta que caía.

-No llores- le dijo una bondadosa nube- Deja tu lágrima en un pañuelo y cuando deje de llover lánzalo al viento. El sabrá tu sufrimiento y con su vuelo tu lágrima llegará con él a todos los que quieran compartir tu pena.

Otra nube le replicó. La criatura quería llorar. 

-Llora criaturita mía, pero deja que tu lágrima caiga en tu mano; que forme parte de tu ser y con ello detengas tu angustia. Si tú no quieres, no hace falta compartir penas. Que sepas que la tormenta pasará y tú recuperarás la sonrisa, mucho más agradable para ti que tu pesar.

-Yo quiero compartir mis penas y alegrías. No me importa la forma de deshacerme de mis pesares. Únicamente quiero que mi lágrima sea sólo un recuerdo y que ésta sea una más de las muchas que se precipitan los días de lluvia.

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