Prado del Rey (Cádiz) 27.03.2013 |
Vereda vestida de hinojos, peinada de verde trigo, lavada por suave lluvia y entre tanto flores amarillas calzan a los
olivos... se acicala la primavera. Nubes plata o plomo, picasol o nubarrones en la cima de un cielo cambiante
que resulta entretenido: abro el paraguas y al momento lo cierro para volverlo
a abrir de nuevo. El viento atraviesa portalones para alborotar los cabellos, y en las
esquinas supera la fuerza de un cuchillo tal como en el mirador. Escalera con
cuestas, casi imposibles de subir, y si se añade el tapiz de verdín, los zapatos se niegan a sujetarse. Las tardes se alargan y hay que pasar por el
puente de marzo a mayo para disfrutar de la pequeña aventura de una lluviosa pero
agradable estación, que permanece todavía en la cara norte más
umbría, pero que a la primera de cambio,
al doblar la esquina, empieza a manifestarse en el primer verde intenso,
coronado por las yemas que pronto serán flores.
Águas de Março (João Gilberto 1964)
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