Brahms comenzó a trabajar en la Schicksalslied en el verano de 1868 durante una visita a su buen amigo Albert Dietrich en Wilhelmshaven. Fue en la biblioteca personal de Dietrich en donde Brahms descubrió "Hyperions Schicksalslied ", en un libro de la poesía de Hӧlderlin. Dietrich recuerda en su escrito que Brahms primero recibió la inspiración de la pieza mientras contemplaba el mar:
"En el verano Brahms volvió [a Wilhelmshaven], para hacer algunas excursiones por el barrio con nosotros y los Reinthalers. Una mañana nos fuimos juntos a Wilhelmshaven. Brahms estaba interesado en ver el magnífico puerto naval. En el camino, nuestro amigo, que por lo general era tan animado, estaba tranquilo y grave. nos contó cómo temprano esa mañana (siempre fue un madrugador), había encontrado los poemas de Hӧlderlin en la estantería y se había quedado profundamente impresionado por el Schicksalslied. Más tarde, después de pasar mucho tiempo dando vueltas y visitar todos los lugares de interés, estando sentados descansando junto al mar, descubrimos a Brahms muy lejos sentado solo escribiendo en la orilla. Fue el primer boceto de la Schicksalslied, que apareció muy poco después. Una excursión preciosa que nos había organizado a la Urwald nunca se llevó a cabo. Él se apresuró en regresar a Hamburgo, con el fin de entregarse a su trabajo".
Walter Niemann. Brahms . New York: Alfred A. Knopf, Inc., 1929.
Ihr wandelt droben im Licht
Auf weichem Boden, selige Genien! Glänzende Götterlüfte Rühren Euch leicht, Wie die Finger der Künstlerin Heilige saiten. Schicksallos, wie der schlafende Säugling, atmen die Himmlischen; Keusch bewahrt in bescheidener Knospe Blühet ewig Ihnen der Geist, Und die seligen Augen Blicken in stiller Ewiger Klarheit. Doch uns ist gegeben, Auf keiner Stätte zu ruhn; Es schwinden, es fallen Die leidenden Menschen Blindlings von einer Stunde zur andern, Wie Wasser von Klippe Zu Klippe geworfen, Jahrlang ins Ungewisse hinab. |
¡Oh Genios que vagáis por las alturas
y a la luz, por senderos ideales! Los aires esplendentes os rozan amorosos, tal como roza las divinas cuerdas las manos del artista. Sin saber de su suerte, como recién nacidos aún en brumas, alientan los Electos. Sus espíritus, que esconden su pureza en el seno de un capullo, florecen sin descanso, y sus santas pupilas miran la claridad eterna y muda. Pero para nosotros es el destino no reposar jamás en sitio alguno. Los hombres miserables caen, se precipitan de continuo con ojos ciegos, como el agua que de roca en roca despéñase cayendo en un abismo incierto. |
Friedrich Hölderlin (1770–1843), Hyperion
1 comentarios:
En esta obra Brahms es inmenso, tal cual al mar que estaba admirando
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