A
las cuatro llama la siesta...
Pom,
pom, pom,...
- ¿Estorbo?
- Pase,
pase... con usted quería hablar. (Mal encarado)
- Si
estorbo me voy.
- Ya
me gustaría que se fuera, hasta incluso que no existiese, pero
tengo algunas preguntas que hacerle.
- Bien,
usted dirá.
- Bien...¿A
qué viene eso del descanso merecido cuando el sopor no me ha
llegado ni a la conciencia? ¿Es que tengo la obligación de
inventar historias para no dormir?
- Bueno,
no tengo mayor obligación que existir, porque... ¿Qué sentido
tendría el sueño perdido en la noche, o el cansancio desde por la
mañana temprano si no estuviera yo?
- Señora mía, si me permite le puedo sugerir una manera de presentarse más
educada. A la señorita Sobremesa se la deja de lado casi todos los
días y creo que no es justo. Deberíamos de prestarle mayor
atención, aunque la pobre sea muy superficial ¿ Está de acuerdo
conmigo?
- Es
que hay un problema. En esta casa en particular se le da más
importancia a recoger la mesa que a hablar de los peces de colores.
Además, cada uno lleva su ritmo ¿sabe usted? Y si aquí hay dos
personas, una puede rendirse en mis brazos con gran facilidad y la
otra se aburre soberanamente con la señorita Sobremesa. ¿Ha
comprendido
- Me
suena de algo la que se aburre tantísimo...Pero ¡Basta de
monsergas! ¡No entiendo nada de lo que me está diciendo! Yo lo que
quiero únicamente es compañía para que el tiempo que me hace
perder lo gane para enriquecerme.
- Está
en un error. Si quiere enriquecerse es usted consigo mismo el que
tiene mi tiempo para explayarse en lo que más le apetezca: escuchar
la radio, oír música, ESCRIBIR... Tengo entendido que no se le da
mal esto último.
- Lo
de escuchar la radio y oír música lo descartamos porque, a las
malas, creo que lo único que me gusta de usted es su silencio. Lo
de escribir ya es otro cantar, aunque no sepa qué contar...
- No
hace falta contar; tan solo hable escribiendo como lo está haciendo
conmigo y yo con usted. Yo le sugiero que a mi hora escriba de lo
que quiera hablar con alguien o incluso con algo.
- Déjeme que lo piense.
1 comentarios:
Mooooola,
Aunque yo tengo a la señora Siesta mucha estima. Un ratillo en su compañía me hace disfrutar profundamente de la tarde.
ZzzzzzZZzzzzz
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