martes, 22 de enero de 2013

· Aprender a cambiar



Porque nada podrá ser lo que fue…, claro está a través de los copos de nieve… que no vi. Y es “perversamente” natural; y es naturalmente necesario. Creemos atrapar un instante para siempre. Y ¿Qué es siempre? ¿El soplo de aliento durante el cual deambulamos por estos pagos terrenales, complicándonos en muchos casos la existencia? No sé. Creo que todo es más sencillo y a la vez más profundo de lo que vislumbramos a través de esa ventanilla de tren en la noche. Una oscuridad en la que apenas intuimos la aureola del brillo de nuestra nariz. Nariz y boca que proyectan vaho sobre el cristal, desdibujando la negrura.  Un tren en el que viajamos hacia la eternidad y que apenas nos permite cambiarnos de vagón, pues cada edad tiene sus afanes y miedos.
Nos dejamos atrapar por un momento  banal, de polémica noticia y olvidamos el instante mágico y entrañable que parece, con latente insistencia, resistirse a morir.

"La edad de la inocencia está enterrada en su corazón
Se muerde la lengua y se reprime
A continuación, se gira y me dice: "Hey ... nos vamos?"
Me ahogo en un mar de voluntad de cambiar mi vida por ti
Sé que no son nuestros amigos
Pero tal vez podríamos aprender a cambiar

Tal vez te estás aferrando demasiado fuerte, querido
El sol en tus ojos te ciega

La noche de la muerte nos ocurrió que una densa niebla cayó
La misma historia de siempre dijo
Pero una y otra vez volvere a contarla"
(Me & you & him) Palaxy Tracks

·En Memoria de Dolores Moreno G.

1 comentarios:

airun dijo...

Tu escrito es trascendente y emotivo. Queda impreso como el vaho al chocar la nariz sobre la ventana, donde ves la nebulosa de una vida a corta distancia; el brillo cercano que ves reflejado no es más que tu imagen que se plantea profundas incógnitas. Bss

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