Hablando en términos generales, el siglo XIX en Europa fue la época en dónde la música "académica" o clásica alcanzó su máximo grado de avenimiento y aceptación con el público. Anteriormente éste hecho no sucedía de forma tan general, aunque había localmente "fenómenos de masas" por así decirlo. Por ejemplo Venecia contaba en el siglo XVIII con ocho grandes teatros de la opera, y hubo épocas en las que en la ciudad había hasta cuarenta representaciones al día. También se podrían citar las representaciones multitudinarias del Mesías de Handel desde su creación en adelante. O como estaba imbricada la música sacra durante el periodo barroco en el culto luterano, en donde se le dio un papel esencial y participativo en la liturgia, y que había sido propiciada y alentada por Lutero.
Johannes Brahms y Robert Schumann |
Las obras sin más medios de difusión que los antes dichos, junto con el interés y la apreciación del público aficionado, tardaban muy poco en ser conocidas y reconocidas desde que la crean sus autores.
Anton Webern, Alban Berg y Arnold Schönberg |
Schönberg y sus compañeros-discípulos en la "sociedad de compositores" (1904), Alexander Scriabin pionero en el atonalismo libre, el camaleónico Stravinsky, Copland y otros, rompen con el lenguaje musical tonal vigente hasta el momento, por principios normativos: si la música tiene valor, es por su estructura interna no por el carácter subjetivo de su significado. Lo estructural frente a lo reflexivo.
La música del siglo XX es indisociable de las convulsiones sociales, políticas e ideológicas tanto como de las corrientes artísticas que en él se han sucedido, quizás en grado mayor al de otras épocas. Cada compositor tiene sus circunstancias y en muchos casos éstas se reflejan en su obra: Prokófiev o Shostakovich y el comunismo, Paul Hindemith o Kurt Weill con el nazismo...
- opinión:
A partir de ese momento se produce un divorcio entre público y música académica. Una des-sincronía temporal entre el arte musical y el interés del público atento. Un no-entendimiento que se manifiesta en incomprensión y un distanciamiento progresivo debido a la perplejidad y confusión que estas obras (serialismo, aleatoria, concreta...) producen. Y no sólo para el sufrido público, sino que en el ámbito de críticos, promotores y músicos, se hace difícil cuando no del todo imposible valorar la calidad de lo que se oye, puesto que el patrón compositivo es inexistente. Música de académicos fundamentalistas para académicos fundamentalistas. La supuesta libertad y expresión de la atonalidad se acaba convirtiendo muchas veces, en un callejón sin salida. Así después de la 2ª Guerra Mundial, mucha de la música llamada "Contemporánea", justificándose en su desprecio por las convenciones musicales, divaga más por experimentos de dudoso valor como "obras de arte". Productos más propios de bancos de pruebas de laboratorios de acústica cuando no de ensimismamientos egocéntricos.
Las manifestaciones ligadas a la música contemporánea no se sustentan sino con dinero público; así se explica el contenido de las programaciones (culpa de la torpeza de los gestores culturales). Los ministerios de cultura intervienen discriminadamente y se subvenciona dependiendo del nivel de "vanguardia" demostrado y no por otros aspectos artísticos. Esto no ha ocurrido con anterioridad en otras ramas del arte. Además la "música Contemporánea" se disoció de las otras artes, en cuanto que existe un desconocimiento de sus contemporáneos "cultos" por ésta música.
La "Música de vanguardia" se atomiza en minorías "selectas" con el denominador común de la ruptura y el desinterés por el pasado. Éste distanciamiento es doble en tanto que ha habido una animadversión hacia la música contemporánea desde amplios sectores retrógrados. El público más rancio que acude a las salas de conciertos, hace el vacío cuando en el programa se incluyen determinadas obras del siglo XX e incluso de las corrientes musicales de finales del XIX; sensación que muchos hemos sentido al ver en estas ocasiones las salas con escaso público.
El Arte en el último siglo ha alimentado el "mito" del "artista" encantado de haberse conocido y que vive y ve el Mundo desde su torre de marfil. En ésta línea algunos músicos de "vanguardia" se precian de componer de espaldas al público y la realidad: sin concesiones; lo cual les hace pertenecer a la retaguardia mental.
Sin embargo, dentro de las corrientes que se han sucedido desde la forma atonal en adelante, no toda la música es desgarradora y traumática en términos formales, hay una heterogénea variedad en donde también hay excelente y hermosísima música enmarcada en la tradición musical del siglo XX. Músicos que han sabido incorporar las innovaciones y recursos de la atonalidad en las dosis y proporciones justas creando obras que trascienden a su tiempo y alcanzando la posteridad (Messiaen, Boulez). Música neo-tonal donde se toman los modelos del pasado (Britten, Samuel Barber, Pedro Vilarroig), artistas de difícil catalogación con propuestas de repercusión en el público nada desdeñables (Górecki, Tōru Takemitsu)...
El Arte en el último siglo ha alimentado el "mito" del "artista" encantado de haberse conocido y que vive y ve el Mundo desde su torre de marfil. En ésta línea algunos músicos de "vanguardia" se precian de componer de espaldas al público y la realidad: sin concesiones; lo cual les hace pertenecer a la retaguardia mental.
Sin embargo, dentro de las corrientes que se han sucedido desde la forma atonal en adelante, no toda la música es desgarradora y traumática en términos formales, hay una heterogénea variedad en donde también hay excelente y hermosísima música enmarcada en la tradición musical del siglo XX. Músicos que han sabido incorporar las innovaciones y recursos de la atonalidad en las dosis y proporciones justas creando obras que trascienden a su tiempo y alcanzando la posteridad (Messiaen, Boulez). Música neo-tonal donde se toman los modelos del pasado (Britten, Samuel Barber, Pedro Vilarroig), artistas de difícil catalogación con propuestas de repercusión en el público nada desdeñables (Górecki, Tōru Takemitsu)...
Esta "polémica" debería estar superada, pero creo que nos encontramos en un momento de tensa espera. Si miramos al pasado reciente, es porque en el presente no existen referentes claros. Como siempre la diferencia estriba en una cuestión de genio y de talento.
·Vamos a ilustrar ésta particular reflexión con sentido del humor y la exagerada visión que al respecto despliega Leo Maslíah:
- Libro recomendado: Alex Ross -> "El ruido eterno"
- Audio-Guia: The rest is noise
- Artículo recomendado: Mahler y Schönberg (Barnard Hall Inn de "Gresham College")
- Podcast recomendados:
- "Agonía de la música Contemporánea"- (12/02/2011 rne Clásica)
- 'El ruido eterno' de Alex Ross - (05/06/10 rne Clásica)
- Música y significado - Schoenberg: Noche Transfigurada - (03/06/12 rne Clásica)
- Música y significado - Otros caminos - (10/06/12 rne Clásica)
2 comentarios:
Muy bueno
Gracias Regla.
Hice esta reflexión con cierta prevención dado que es fácil generalizar, y tampoco me considero un experto, sino todo lo contrario: Más que lagunas tengo océanos de ignorancia.
Habrá mil argumentos para rebatir una a una todas las opiniones expuestas.
Te agradezco tu apoyo pues suelo tender a pensar que éste tipo de entradas tienen poco interés.
Gracias de nuevo.
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