domingo, 3 de junio de 2012

·+Humildad


Crisis económica aparte, en España, o mejor dicho en el ámbito local en el que me muevo, producto de la observación directa e indirecta y otras sensaciones y pálpitos, creo que se han perdido por el camino de la comodidad sobrevenida una serie de aptitudes que nos hacían fuertes ante la adversidad.
No digo que no haya personas que nos demuestren lo contrario día a día con su sacrificio y presencia de ánimo. Personas que cuentan con un alto grado de aguante, de capacidad para venirse arriba ante las dificultades, de resiliencia que se diría ahora, pero no es algo aplicable mayoritariamente al conjunto de la población.
La capacidad de adaptación que requiere estos tiempos de apreturas y restricciones nos pilla -irónico contraste- en el momento de nuestra historia en que más nos habíamos acostumbrado a un consumo desaforado. Cuando nos habíamos acomodado a obtener en el momento, y pagar después. En la creencia de que los bienes se consiguen sin el valor del esfuerzo. Donde muchos padres han apostado por fomentar en sus hijos la astucia y el oportunismo, antes que educarlos en ser buenos ciudadanos e inculcar el valor del conocimiento como pilares para el crecimiento personal y por ende social. Suponer -sobre todo la clase política- que siempre cabe ampararse en una administración superior para no presentar un estado ajustado de las cuentas. En definitiva: poca responsabilidad presente y futura al medir, asumir y responder de nuestros actos y decisiones.
Evidentemente no se deben generalizar la responsabilidad a todos. Hay una intención de fomentar la "indefensión aprendida" en distintos medios y por distintos canales para hacernos creer a través del miedo y del sentimiento de culpa, que TODOS somos responsables de lo que está ocurriendo, y así propagando ésta falacia, neutralizar la movilización social mermada gravemente por el rebaje que produce la comodidad, el egoísmo y la blandura que dan origen al asunto de éstas líneas.

Decía Nuria Espert que "somos una generación (hablando de la suya) no como la de sus padres que eran de hierro, pero que no estaban nada mal, que eran fuertes". esto ya no lo podemos decir como generalidad de la nuestra y mucho menos de la de nuestros hijos.
Biológicamente, para que tenga solidas raíces y crezca con fortaleza un organismo, se necesita de paciencia, amor, humildad, rectitud, lógica consecuente, cariño y comprensión.
Lo que crece de forma rápida, en poco tiempo y por encima de su tamaño natural, o está hueco en sus entrañas, o es transgénico.