domingo, 20 de febrero de 2011

· Aceitunas,caracoles, naranjas y flores


¡Flores, chiquilla, pa poné tu casa bonita! ¡Y mis naranjas con más sumo que ninguna, más durse que el almíbar,... niña,... los caracoles bien gordos pá ponelos en su casuela en cardito y comerselos enteritos con su hierbabuena... aceitunas aliñás con su ajo y su pimiento! ¡Vamos mujé, que te llevas de lo mejó lo superior!¡Tó baratito,oiga!

Así despliega el Manué todo su arte, su tenderete y su mercancía, un tanto tarde a decir verdad porque no le gusta levantarse antes de las diez. Su género es a medias dudoso, pues se sabe que algunos gitanos venden lo que no es suyo... pero eso a las mujeres de su casa le trae al fresco.

La Mari se acerca al puestecillo y se dirige a mí, que estoy curioseando lo gordos que son los caracoles expuestos en contenedores de plástico saliéndose dos sí, cuatro también, y me dice como si me conociera de toda la vida: 
-Toíto tó tiene buena cara, y las flores ¿Pá qué te cuento? Gloria Bendita.
Y le dice al Manué:-Buenos días. Me v´í a llevá un ramito de claveles reventones rojos que están presiosos pá la salita de mi casa, pa vé llegar la Semana Santa con mi Jesú der Gran Podé.
-Un ramito pá su Jesú der Gran Podé ¿Qué más le doy, María?
Y dirigiéndose con el dedo índice a la montonera de naranjas dijo:
-Ponme tres kilos de las má prietitas que tengas, que a mi niño le gusta una mijita ácidas como éstas.
-Oootra cosita.
-Una bolsa mediana de olivas, pero méteme de las moraitas, que me gustan a mí pachuchitas...
-Ahí va. Más.
- Y los caracoles ¿Tienen la cáscara dura? porque si se me parten en el guiso me da mucho coraje.
-Sí, mujé- dice er Manué- ¿no ve lo gordos que están? Están pá chuparse los deos. Póngale una mijita de hierbabuena pá que le de gusto. Queda güeno de verdá.

Asombrado de lo resuelta que es la Mari comprando de todo lo que hay en el tenderete me decido a oler los claveles que estaban en el cubo.
-¿A cuanto están?
-A un leurito el ramo, y recién cortaitos de esta mañana.
Verdaderamente no tenían olor ninguno pero no hay que negar que eran vistosos, pero para vistosas las naranjas.
-¿A cuanto éstan?-le digo al gitano oliendo una de las que vi con mejor pinta-.
-Tres kilos, un leuro y medio.
El Manué parte con su navaja una porción derramándose por encima el jugo de la pieza y me la da a probar... ¡Está deliciosa! Tengo el mismo gusto que el niño de la Mari, dulces pero con un toque ácido. Así era. Me trasporta por un instante al sabor de las naranjas de mi abuelo que tenía en el patio cuando yo era una chiquilla. ¡Están riquísimas! o como se dice en argot de cualquier barrio andaluz... ¡Están de lujo!, pero con más gracia, porque a una vecina del norte como yo lo de la venta a voces con un gracejo tan peculiar no se le da bien ni siquiera intentándolo.
-Me llevo tres kilos.
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· Y para muestra un botón de lo que en Andalucía -y en concreto en Cái- se cuece. Les dejo con la Mari: la perfecta cuñá, que no puede tener mas gracia, ni su arte se puede aguantá:

jueves, 17 de febrero de 2011

· Impresiones sobre la noche en el Central.

Y como lo prometido es deuda:
Comentar que el concierto de Mark K. en la penumbra de una noche fría, húmeda y airada de un miércoles de febrero, estuvo a la altura de mis expectativas. La paz y el sosiego se hicieron con un hueco de intimidad en la noche desapacible.
 Tuve la oportunidad de ver a Mark Kozelek creo que en 1998, por la época deSongs for a Blue Guitar”; y desde entonces hasta lo que escuchamos en el concierto de anoche, ha tenido lugar una apabullante progresión cualitativa en la técnica de la guitarra española de el de Ohio. Éste dominio y maestría le permitió a Kozelek interpretar las canciones de su último trabajo sin escatimar una nota. Las mejores canciones de éste disco sonaron con un seguimiento en su ejecución por mi parte casi místico. Y la cosa encajaba a la perfección: el barroquismo en arreglos y aires de un artesonado español, sosteniendo la cálida tristeza de la crónica de intimidad-yanqui modulada en la voz de Mark Kozelek. No en vano se nota su dilatada experiencia creando siempre su canción-letanía perfecta.
Lo que Kozelek hace con una facilidad sin aparente esfuerzo, es para mí lo más difícil: Cantar de forma limpia y sobria, a veces contenida, aunque entonando perfectamente, y a la vez tocar la guitarra, pero no como mero acompañamiento sino desplegando toda la riqueza de arreglos y matices que escuchamos en el disco. Como decía, me sigue sobrecogiendo la voz de Kozelec. Cuenta con un tono natural de partida privilegiado, vibrante y que llena el espacio; pero ahora canta mejor, más cuajado –en el buen sentido- y eso hace que en momentos especiales, te toque la fibra con hondura. Esplendida "Alesund", añeja "Australian Winter", hermosa "Sam Wong Hotel", "Church of the Pines" ya transformada en clásico de las estructuras melódicas de Kozelek.
La personalidad de Kozelek en su puesta en escena hace que te transmita en muchas ocasiones, un sentimiento mezcla de insatisfacción y  de “buff..  tengo que estar aquí, y no tengo más remedio que resolver la papeleta aunque no me guste” o algo así, pero tengo que decir que en ésta ocasión lo vi mucho más maduro, aunque sólo sea por el cuidado y empeño que puso en la ejecución de las canciones: hubo una riqueza mayor, un cuido de detalles y conjunto, en definitiva una seguridad y asentamiento de su arte. Interpretó dos temas de sus inicios como fueron “Katy song” y “Mistress”, y lo hizo recreándolos en clave más íntima pero respetuosa con los originales. ¡Emocionante!
Me sorprendió el ambiente sonoro que conseguía con unos arpegios de velocidad imposible, y que actuaban como capas superpuestas, sensación increíble de varias guitarras a la vez, o un instrumento con el doble de cuerdas –sonaban segundas y terceras líneas de armonía en diferentes planos-,  que aumentaban y potenciaban el preciosismo, sirviendo de soporte perfecto, casi de ensoñación a su voz y todo con el único acompañamiento de una guitarra, para más señas española. Contaba después de un tema engarzado con arpegios endiablados, que sentía en los dedos como cosquillas, una especie de hormigueo, después de tal despliegue y que, para descansar  del difícil ejercicio, dio pie a comentarios sobre el fumar?…,creo.
Kozelek se ha convertido en el alumno-norteamericano-pop, aventajado y aplicado de Andrés Segovia  y Narciso Yepes por establecer referencias obvias. No deja de sorprender y aún más en un concierto de “pop” –aunque no sabría como calificarlo ahora realmente-, la simbiosis que realiza éste hombre entre la tradición singular a su manera del estilo folk americano, muy matizado por la marca de la casa, y la incorporación de la riqueza de las evidentes sonoridades españolas más clásicas. Aun así, los arreglos mas “sutiles”, fueron los que más me llegaron.
La única salvedad que puedo hacer a tan buen concierto, es la sonorización de la guitarra española. Creo que fue un error conectarla por línea en lugar de haberle puesto un micrófono delante como en el flamenco. El cuerpo del sonido desde las notas graves,  a las agudas de nylon perdía sonoridad y amplitud.
Por lo demás, una alegría para los tiempos que corren.

martes, 15 de febrero de 2011

· Luís Sánchez Polack: "el genio y la gamba"

La leyenda del beso en la nalga o la conquista de Granada

 Era un autentico genio, con una capacidad para hilar tan fino como pocos en la historia del humor de éste país. Una soltura improvisadora que denotaba su enorme agilidad mental, y que casi siempre fugaba en una huida de ollas de lúcida locura. Un torrente de gracia, chispa y arte del mejor ingenio que el humor hispano ha visto. Cuando el absurdo se rodea de delirante empaque verbal, inteligencia y brillantez. Si el sentido del humor denota inteligencia, él la desplegaba en grado sumo, mayúsculo. En el arte del humor él siempre será un gigante entre los grandes.
Reivindicamos la inteligencia, la sabia originalidad, el exuberante genio y la absurda locura de Luís Sánchez Polack.

Para muestra un botoncito:
Si empezarnos con tonterías, terminamos y en paz. Pero como no queremos terminar, ya que somos como la UCD, vamos a seguir 

otros veinte años con la misma leyenda.

    Ab El Hasan, de CC.OO., hallándose un día en la mezquita de Córdoba (1) sumido en problemas sobrenaturales, quedóse dormido sobre la aljofifa. El rey moro, empuñando un algorí de Almodóvar, se acercó a él, como aproximándose. Y dijole:
-Es la hora nona, esa hora en que los mezquíes cubren su cuerpo con sarmiento, impregnado en bahorí. Sube al monte y dile al Ben Zoato que no taña más campanas ni queme más saumerios. De lo contrarío, Granada será dominada con el seis doble.
    A lo que el contertulio almoraví contestó sin bajarse los pantalones:
     - oh, señor. Soy hijo del Cebedeo, primo hermano de Camuñas Iscariote, sobrino de don Zanguán y nieto de Somosaguas.
Al oír estas palabras, la reina Isabel, que se estaba bañando por primera vez en la vida, le arrojó una corteza de la su roña a la testa, dejándolo tan mal herido que a los pocos lustros murió de una infección intestinal en el cráneo. Granada se rinde y nosotros también. Nos vamos a acostar un rato con unas personas de distinto sexo.
    Ya nos hemos levantado.
    Han pasado quinientos años centígrados. ¡Qué sueño tan reparador! Lo primero que hacemos al abrir los ojos es preguntar por los Reyes Católicos. La mucama de ojos pares, contesta socarrona:
    -The Catolicis kings are in the church.
    -¿Y los moros?
    -They are in the war.
    -¿Y tu padre?
    -Bien. Está bien. Ahora se dedica a la doma del percebe.
    -Entonces, ¿tu madre?
    -A ésa no hay quien la dome. Hasta que no se case...
    -Entonces tú eres una hija de...
    -Sí, mis nobles señores. Soy hija única. Y mis hermanos también.
    -Luego confiesas que tienes hermanos.
    -No, no confieso, porque soy mora.
    -Luego confiesas que eres mora.
    Una lágrima del tamaño de un neceser  resbaló por alguna de sus mejillas, hasta posarse en una de sus ingles.
    ¡Bella mora, bella mora! -dijimos nosotros dos-. Mora que nos enamora (enamora para que rimara con mora): Mora que estás en Granada, cautiva como una corza por los reyes de Castilla (aqui puede observarse que Castilla no rima con corza). Mora que ligó sus horas á la triste suerte mía (como dijo Muñoz Seca). Mora, nuestro pecho implora tus amores de señora. En nuestro jardín las flores sin ti no tienen olor. ¿Es amor? (pregunta ella). ¿Es eccema, es herpes? ¿Qué son vuestras flores? Decid, caballero, decid.
    He aquí que el rey don Fernando (ya saben quién es, ¿no?), que se hallaba a la sazón pignorando unas alhajas con el propósito de descubrir América y contratar actores de allá para TVE, se encontró con la desagradable sorpresa de que estaban ya todos contratados.
    Fernando (le llamamos Fernando por la confianza que siempre tuvimos con él, porque si no le llamaríamos Aurelio) se entrevistó con el jefe de programas, y este, tomandole por un figurante, le preguntó
    -¿Qué querés vos? ¿Otro antisipo? Vicjo, acá no hay plata.
    -Estáis equivocado. Soy el rey Fernando.
    -¿Fernando, qué más?
    - Él Católico.
    - ¿Apellido de la madre?
    - Gozález.
    -Está bien, pibe. haré todo lo que pueda por vos.
    Descolgó el teléfono y a los pocos minutos allí estaba López Ibor, acompañado por la orquesta del maestro Ibarbia, dirigida por Odón Alonso.
    -¡Esto es una encerrona! -gritó don Fernando.
    -No, esto es una sonata de Beethoven. Habéis perdido. Ya no podéis ir a los Mundiales de Argentina.
    Y conducido por dos musculosos mendigos, fue introducido en una ambulancia (por cierto, con matrícula de Avila) hasta el sanatorio psiquiátrico de la Moncloa.
    Y allí sigue.  Hasta que España sea de nuevo tomada por los moros.
Luís Sánchez Polack
(1) Cordoba

· Dedicado a todos los siesos de Sevilla, Cádiz y por ende: el Mundo.

viernes, 4 de febrero de 2011

· Sabor de fondo

The Solitude. Recollection of Vigen, Limousin

1866

Jean-Baptiste-Camille Cor1796-187

Presiento que estoy a escasa distancia del pasado, tanto que al vivir el presente sufro por no tener el futuro más próximo. Los planes prefijados en el ahora no los considero tanto como aquellos que alguna vez hice, volviéndolos a revivir cuando me paro en el vacío. Según qué circunstancias me envuelven, mejor me adapto al presente, pero tengo ese inconfundible sabor de fondo que me invita a rememorar lo que ya podría estar olvidado, pues me rondan manidos recuerdos que amargosean. Necesitaría que ocurriera algo que hiciera cambiar el trascurso del tiempo, para vivir un futuro pleno que llegue a ser el continente de pasajes hermosos, para que me socorran de manera puntual, sólo en tiempos de transición. Definitivamente quisiera vivir con mis recuerdos pero nunca jamás de ellos... aunque de vez en cuando están demasiado cerca.