Di que no; que la tristeza no es azul. Solía escuchar blues, cuya palabra
significa azul y tristeza a la vez, en otro idioma. Me niego a que la tristeza
sea azul. Quizás podría ser aquel cielo de la noche que es
de un azul oscuro, muy oscuro, tanto que parece negro. Ahí podría
residir la tristeza, pero el color que se me viene a la memoria no es así. Es un azul transparente, tan
transparente que da cabida a lo irreal, intangible e ingrávido como la serenidad, el
equilibrio, la belleza en sí…Pero, el
azul del mar, de un río, e incluso de un estanque
es un espejismo. Es el reflejo del cielo sobre las aguas cristalinas y éste
reflejo a su vez tiene un color azulado que tan solo son capas de aire
superpuestas unas sobre otras. Ese azul es otro espejismo. Mi azul lo he
escogido yo gracias a las gotas de agua puras, limpias y transparentes que
descomponen la luz en colores, y yo me quedo con el rango azulado del arco iris
que, curiosamente se plasma en el cielo, azul cielo que existe en esa gama. Con
éste me quedo, con la pura transparencia entre color y color. Ahí reside la autentica pureza, que no
el mimetismo: en la infinita y translúcida
fuerza y sensibilidad del azul. Nick DrakeWay to Blue (Five Leaves Left, 1969)