Un joyero muy peculiar me obsequió con cuatro cuentas del cielo de la noche: una luna nueva, otra creciente, otra menguante y otra llena. Tengo un árbol junto a la ventana de mi habitación donde veo a la gente pasar y se me ocurrió lucir por la noche mis cuentas de luna, ensartándolas en cuatro ramas.
Una noche pasó una mujer embarazada. Fijó sus ojos en la luna nueva, que como todos sabemos no se ve pero está ahí y miró su vientre dulcemente, y se fue andando. Otra noche pasó una niña. Fijó sus ojos en la luna creciente y se miró de arriba abajo, dándose cuenta de lo que había crecido, y echó a correr. Otra noche pasó una anciana. Fijó sus ojos en la luna menguante y miró sus manos resecas y huesudas, pero siguió su paso. Y otra noche pasó una chica melancólica. Fijó sus ojos en la luna llena y le entristeció su luz tenue, pero siguió su camino.
Al ver que cada día pasaban por delante del árbol y se quedaban mirando a su luna preferida, decidí regalar a cada uno la suya. Compré cuatro cajas con un poquito de cielo y metí las cuentas dentro. Puse el nombre de cada una en las cajas y esperé hasta que se presentasen.
Vino la mujer embarazada, que parecía tener la luna en el vientre; vino la niña, que había crecido más aún; vino la anciana, dando gracias a Dios por el tiempo que le quedaba; y por último, la chica melancólica, con su cara de luna.
Una a una abrieron sus cajas, y fue una grata sorpresa para todos menos para la chica, que al verla lloró con tristeza porque decía que a la luz de aquella luna no veía los colores. Cerró la caja y la quiso devolver cuando, por arte de magia, de las ranuras salió una luz radiante. La abrió. Ya era de día y tenía una cuenta de sol, y la ilusión brilló en su rostro.
1 comentarios:
Éste cuento tuyo maravilloso, tiene un aire a fábula oriental. Tanto en la forma como en el simbolismo de las imágenes me hace recordar a esos clásicos muchas veces anónimos que leía de pequeño.
Transparente, mágico a la par que humano, capaz de despertar y provocar la ilusión que deseo nunca te falte.
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