El cabecero de la cama cae a plomo sobre ti como un pesado despertador, mientras la mesa de trabajo se despereza con un café tan cargado como el ambiente dejado el pasado día; tan quemado como tú en horas punta; echando tanto humo como las máquinas de la oficina cuando ya no pueden más. El día que se avecina aparenta duro: desde la pesada tarea que aguarda, hasta los comentarios anodinos de los compañeros, no del todo deseables. Ante este paisaje de despropósitos, te recuerdo que debes atornillar el cabecero, darle un somnífero a la mesa de trabajo, quedar con tus amigos de toda la vida... y comprarte una bicicleta. ¿Qué más quieres,si con tu destreza pones el cabecero en su sitio; si en vez de despejar la mesa la duermes, dejándola a trasmano de vez en cuando; si hay razones por reunirse con los amigos, …si puedes coger la bicicleta todos los fines de semana? ¡Prueba a ver si te resulta agradable!.
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