domingo, 1 de abril de 2012

· La calma sale a pasear


El regazo de un sillón deja de ser cómodo para la calma que deseo, y decido echar a andar camino abierto, en busca de paz. Ya dejé la manta que me rodeaba a la hora de la siesta. Ya la tarde cae, tranquila y efímera, como una borla de algodón al posarse sobre una rama. Puedo sentir en el rostro la liviandad del aire, que sopla sin aspavientos, y siento calma, que sale a pasear sin bullicios, sin tropeles que la dejen exhausta. Tan sólo de su naturaleza participo, y siento un sosiego inigualable al pensar en la calma de tu alma.

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