martes, 7 de septiembre de 2010

· De oro a plomo



No se qué pasa cuando la tarde llega a su fin en el declive del verano. Lo luminoso se ensombrece, la ciega noche carece de color tras la fundida retina del cálido sol y la piel de bronce se aclara bajo la luz de una bombilla. Nada es certero bajo los pies de una calurosa noche bajo las sábanas pegadas por el sudor, nada es verosímil cuando en el final del estío aun las chicharras cantan. Cuando la piel se presente lechosa ya bajo la luz del templado sol, llegará una serena introspección que la cuidadosa estación de otoño nos concede, para escondernos de un jaranero sol tras las nubes en un día de lluvia.

2 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

Tienes un don especial para acertar con la pintura que le va al texto. No sé si antes escoges la pintura y después escribes el texto. ¿Cómo lo haces, cual es el proceso?

Creo que es un Sorolla, no lo tengo claro, pero lo que sé es que el pintor supo captar la lúgubre luz decadente del final del verano.
Y yo estoy muy contento, por que se acerque su fin.

Hoy aquí llueve y ventea, dejando en el ambiente un aire preclaro que sosiega el ánimo, a pesar de todo.

airun dijo...

Mi proceso es intentar que la imagen diga algo aparte de lo que he escrito, pero previamente miro a la ventana y con un determinado estado de ánimo me propongo la idea que me sugiere.

No es un Sorolla, pero no vas mal encaminado porque solía pintar en las playas de Levante con asiduidad, aunque el hombre no cayó en captar la luz del final del verano que tanto te ha gustado y que la he elegido especialmente para esta entrada.

Bendita lluvia, que vendrá por estos lares mas tarde que temprano sosegando el ánimo de quien la espera y aprecia.

Publicar un comentario