Dentro de la obra de Mozart, los Divertimentos son una de las series imprescindibles para el disfrute del oyente (si es que la producción del genio admite esta distinción), y esto es por la variedad y el esplendor con las que el salzburgués dotó a estas piezas.
A medio camino entre el cuarteto de cuerda y la obra orquestal, con una gran flexibilidad y variedad en la formación, ofrecían enormes posibilidades de expresión que Mozart supo calibrar y desplegar para su desarrollo.
No es sólo mera música de fondo para amenizar actos sociales, o entreactos de óperas o ballets. En Mozart es un recurso musical de primer orden que dio como fruto algunos de los capítulos más deliciosos y memorables de su obra.
El que traemos hoy es el primero de una serie (k136, k137 y k138), escritos en Salzburgo en enero de 1772. Mozart era un joven de 16 años. Sabemos por los indicios y su obra que tenía una personalidad vital -máxime con esta edad- de buen ánimo y humor (síntoma claro de inteligencia) a pesar de las antipatías de su "jefe" Coloredo.
Hemos elegido el k136, porque es el más alegre; de una vitalidad contagiosa, no exenta de profundidad en el allegro, serenidad y gracilidad en el andante, de una sencillez y elegancia que recuerda al estilo de Haydn (quien también desarrolló el genero notablemente), y un presto que retoma el aire del primer movimiento, pero aún más desbordante, dotándolo de una gracia portentosa. En ellos sorprende el nivel de maestría que exige a los violines principales y la incuestionable dominio y equilibrio de los tres movimientos.
Dirige Yehudi Menuhin - allegro
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