Sé que el Sol se pone por el horizonte, pero a veces dudo si me rodea o soy yo quien le rodea. Parece estúpida esta sensación pero, a poco que piense, somos mi mundo interior y yo los que giramos sobre mí misma a la vez que alrededor del Sol ,con lo cual debo decir que su presencia endiosada hasta que llega el ocaso deja dudas en mi pensamiento. Rodeo al astro Rey, y yo, su servidora, doy demasiadas vueltas a ideas inconclusas. Él me calienta como se calienta mi cabeza.
Lo justo sería que ese ardor insoportable dejara tregua a la brisa que trae la noche, cuya Luna gira sobre mí y mece mis sueños, rodeándome y protegiéndome de todos aquellas ideas que penden del pensamiento como alambres enmarañados, sin tener un orden lógico dentro de un orden cósmico.
1 comentarios:
El Sol es lo que nos permite existir. Somos organismos solares y dependemos de él completamente. Quizás lo que sí está en nuestra mano es el tomarlo con moderación, valga la analogía. Su calor en las proporciones adecuadas nos revitaliza, nos desarrolla biológicamente, e incluso, como sabemos bien, condiciona nuestro estado de ánimo.
Es tan importante como un Dios, y así lo adoraron en la antigüedad. Sin embargo, si nos exponemos demasiado a él, podemos empezar a sufrir su desgaste. Alguien en estado de insolación piensa de forma limitada, delirante y febrilmente. Aunque sea muy obvio pero lo que nos hace bien, es siempre porque está en la dosis adecuada.
Vueltas las precisas.
Soltemos al Sol que llevamos dentro, que debe ser bueno e irradiador de felicidad para los demás.
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