viernes, 4 de febrero de 2011

· Sabor de fondo

The Solitude. Recollection of Vigen, Limousin

1866

Jean-Baptiste-Camille Cor1796-187

Presiento que estoy a escasa distancia del pasado, tanto que al vivir el presente sufro por no tener el futuro más próximo. Los planes prefijados en el ahora no los considero tanto como aquellos que alguna vez hice, volviéndolos a revivir cuando me paro en el vacío. Según qué circunstancias me envuelven, mejor me adapto al presente, pero tengo ese inconfundible sabor de fondo que me invita a rememorar lo que ya podría estar olvidado, pues me rondan manidos recuerdos que amargosean. Necesitaría que ocurriera algo que hiciera cambiar el trascurso del tiempo, para vivir un futuro pleno que llegue a ser el continente de pasajes hermosos, para que me socorran de manera puntual, sólo en tiempos de transición. Definitivamente quisiera vivir con mis recuerdos pero nunca jamás de ellos... aunque de vez en cuando están demasiado cerca.

1 comentarios:

Locuaz dijo...

La vida está llena de presentimientos. Unos se fundamentan en orientación de unos indicios que podemos llegar advertir gracias a nuestro “olfato” en forma de aviso. Otros no se sostendrían en lo más mínimo aplicando la lógica, pues se trata muchas veces del resultado de nuestras inseguridades y miedos. Éste último es el presentimiento que actúa como el mecanismo de la pesadilla: los temores y nuestra falta de confianza adquieren formas de horror y deforman lo real. Así las malas percepciones, en definitiva las ideas malas o negativas, son las que hay que desterrar porque nos paralizan con sus encadenamientos de miedos obsesivos que no nos permiten pensar, hacer y vivir: la esencia del existir.

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