El Concierto para piano y orquesta n.º 23 en la mayor, K. 488, y en especial su segundo movimiento el Adagio, es a mi parecer una obra-puente entre el clasicismo y el romanticismo en ciernes que Mozart impulsó y ayudó a forjar en algunas de sus obras más maduras. Única obra en la tonalidad de fa sostenido menor, de dinámica suave y amable, lleva latente en su temperamento y carga emotiva los mimbres que caracterizarán al nuevo estilo de sentir la música y que se arrastrará a gran parte del siglo XIX.
Fue terminada, según el propio catálogo temático que llevaba el propio Mozart, el 2 de marzo de 1786, aproximadamente en el momento del estreno de su ópera Las bodas de Fígaro. Fue uno de los tres conciertos por subscripción que ofreció esa primavera y probablemente fue interpretado por el propio Mozart en uno de ellos.

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