Mark Eitzel no puede presumir de una carrera ascendente hacia el éxito, pero sí de una coherencia creativa que le ha llevado a construir un estilo peculiar, a veces demasiado vehemente, pero lleno de verdad.
Ha flirteado con innumerables estilos musicales: Jazz, Rock, pop, Country, Vodevil, pero siempre con su sello personal, en el que priman el sentimiento de la voz que acompasa y modula unas vivencias simples pero tremendamente humanas a veces desgarradas.
Tanto sus trabajos en solitario como con su banda de referencia American Music Club, con un legado de discos fundamentales en los últimos 28 años -Mercury 93, San Francisco 94, Love songs for Patriots 2004- dan buena cuenta de ello.
Ya está preparando las maquetas para la nueva grabación de AMC y que seguro dejará caer algún adelanto el sábado en su actuación sevillana al igual que temas de su último trabajo “Klamath” (2009) una colección de recuerdos que se apoderó de él, los recuerdos de viejos amigos y la juventud perdida que han desaparecido como el whisky con Coca-Cola y las estrellas de rock o vagabundos como también se les llama:
“Me obsesioné en crear atmósferas que representasen en mi música lo que estaba viviendo en ese momento. Estaba en una casa en pleno bosque, rodeado de árboles y quería darle continuidad a las sensaciones que vivía, a esa situación tan agradable y tan pacífica”. (Mark Eitzel Entrevista 28 de septiembre de 2009)
Vive en San Francisco desde hace tiempo al igual que Emily Jane White que también nos ha visitado en esta apretada semana.
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