A tres metros bajo tierra, a tres metros sobre el cielo: me da igual que me da lo mismo... Únicamente varía la perspectiva de aquel que ya no vive. Muerto estaba... ¡Valiente ironía! ¿Quién me dice ahora dónde se está más a gusto, si en el cielo o en la tierra? O mejor aún... ¿Entre el cielo y la tierra hay algo? Puede que sea el limbo, donde de vez en cuando estamos los que nos despistamos de la vida... sí, será el limbo. Lo que está claro es que mi cuerpo, como el de los demás mortales, estará bajo tierra como ahora estoy dentro de un pozo. De la misma manera sólo puedo intuir que mi alma estará sobre el cielo como ahora me gustaría estar sobre el mar.
3 comentarios:
Este grandioso texto pide música.
Ha sido leerlo y llegarme un par de ideas.
Un saludo desde Benacazón, tierra de piñones y montaitos a un euro.
Gracias mil.
Espero que podamos tomar un cazón en adobo en tu nuevo pueblo. Aunque creo que como están quedando de esquilmados los mares, nos vamos poder tomar sólo unos chochitos con sabor salado (lo más parecido al mar).
Jajajajajaj; fíjate como estará la cosa de mal por este encantador pueblecito, que el otro día, en el bar donde entré a tomarme la tostá de Tulipán con el cafelito, había un lugareño (un ropero empotrao de grande) gritando con la cara desencajada que iba a matar al alcalde de un garrotazo. Tal como lo cuento.
El tío andaba metiéndose con los forasteros que según él quitaban las ayudas a los aborígenes. Yo, en ese preciso momento, me pedí una copa de Terry y me puse a mirar para otro lado.
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