Jamás he visto la cara oculta de tu alma, ni siquiera tapada con las manos de la cordura. Veo tu rostro nítido e íntegro sorprendiendo a mi frágil corazón, que quiere conocer tu limpidez. Te aplicas en hacerme ver lo invisible, brotando en tus ojos la claridad de tu ser, reconociendo en los míos la sencillez de mi deseo. Pero cuanto más quiero saber, mayor es tu insistencia, repitiéndome una y otra vez que la cara oculta de tu alma pena con mi desesperanza y no la puedo ver porque se esconde de un corazón dolorido. Sólo la cara vista es la aparición de la belleza en una sonrisa.
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