viernes, 6 de agosto de 2010

· Un cosquilleo

A tientas busco la paz y la palpo en la caricia del aire que sopla, igual que vuelan pompas de jabón.
Su levedad me abraza cuando tus labios callados invitan al saludo de mi sonrisa, y sacas lo mejor que hay en mí: cariño y dulzura que se mece en nuestro recreo, como un columpio empujado por niños que juegan a volar, a lanzar las piernas al cielo, a reír sin mesura, sintiendo un cosquilleo en el estómago cuando su cuerpo se levanta del suelo. Como mariposas que revuelan en el vientre cuando estoy enamorada, como cuando dices que me quieres. Verdaderamente encuentro así la paz deseada, sentada en el balancín que ocupa la felicidad, ese que de cuando en cuando se alía con el sosiego.

1 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

" ..a reir sin mesura".

Lo has dicho todo.
Me alegro encontrar esta casa con tanta dicha, y tanta luz, y tan buen gusto, vaya..
" a reir sin mesura".

Te quieres creer, querida Nuria, que me ha venido a la memoria, leyéndote, una parte del pregón de la Semana Santa de Carlos Herrera Cruiset en la que cantaba a Sevilla de esta manera:

"¡A la gloria sevillanos! Que Caifás se da de bruces con su barrio y con las luces de San Gonzalo y su alarde. Viene Jesús jadeante que se ha "llevao" "toa" la tarde con la izquierda por delante.

¡A la gloria pues...Sevilla! ¡Hasta la gloria!

A la lágrima sin fin y escapatoria. A la fe que cada vértigo proclama, mientras Dios va derramándose en el día y la tarde en jilgueros se derrama.

A la gloria hecha a toda cofradía. ¡A la gloria, a la gloria y a Maria!"

A reir sin mesura.

Besos

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