Girando por la calle Santa María la Blanca a la derecha en dirección al centro, llegamos a la fresca calle Verde. Un cobijo para el paseante que busque sombra, ya que es una típica y angosta calle peatonal, cuyas paredes parece que se cierren a medida que van ascenciendo, y que cuenta por añadidura con una enorme vegetación, que rebosa de los balcones y de pérgolas entre fachadas, haciendo de toldo natural y justificando así su nombre.
Pero la calle Verde guarda un precioso tesoro en su corto trayecto, y es este patio de estilo aparentemente Renacentista que se abre por una pequeña ventana con esplendor, frescura y recogimiento en la antigua y nueva Sevilla. Si no llega a ser por tí nunca hubiera pensado encontrarme con tal encanto.
Patio de María Padilla en el hotel Casas de la Judería.
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