jueves, 26 de agosto de 2010

· Voces


Un clamor se oculta bajo su frente tras las esquinas del pensamiento. Las voces hierven como en una olla a presión y el silencio brilla por su ausencia. Un tumulto de chiquillos juegan en su cabeza, mas no son niños cualquiera porque sus maléficos juegos engañan a su entendimiento. No quiere saber nada de esa cruel chiquillería que le atormenta, pero están ahí, martirizándole. Sus sienes supuran desasosiego que no le deja estar tranquilo en el pasillo de la desesperación. Mientras, la gente viene y va como hormigas en rebaño y se ve ajeno a lo que ve pasar. No se encuentra disponible en ese momento, como un teléfono al que llegan varias líneas y se entrecorta la comunicación.

2 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

Particularmente esta frase; "Mientras, la gente viene y va como hormigas en rebaño y se ve ajeno a lo que ve pasar.", me ha dejado helado. Conmovido.

La firmaría el mejor Stephen King.

Porque entre otras cosas nos deja en el subconsciente -que es por cierto, donde hay que dejar los mensajes-, una carga de profundidad que tiene que ver mucho con la certeza del futuro que nace del actual previsible presente.

No sé si me explico

Excelente texto

Locuaz dijo...

El lenguaje, cuando no se utiliza debidamente, o cuando nos parece que es insuficiente para expresar un estado del alma o de la mente, a veces puede ser un lastre o un problema porque nos separa y pone trabas para la comunicación con nuestro entorno.
Eso es así para situaciones de estabilidad sujetas al oleaje cotidiano y natural.

Cuando la situación mental es inestable, y se ve zarandeada por los desajustes del balance/equilibrio químico, la cuestión se complica y arroja sufrimiento y sombras sobre quien la padece.
Cuando tenemos desasosiego en el “sub-consciente” como dice Bate, cae totalmente el nivel de observación de nuestro entorno. Se impone la imposibilidad de empatizar y nos envuelve una cortina que nos hace invisibles al mundo real a la par que desde dentro no deja participar de la “conversación de la vida”.
Hasta que no se disipa esa niebla, no se tiene paz de espíritu o equilibrio emocional o como queramos llamarlo.
La manera en que cuentas la situación de desorientación, es vivamente expresiva, y nos acerca a una mejor comprensión.

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