
Estoy despierta en las alturas de la vigilia, desde donde me acuna con su claridad más absoluta. En nuestra estrecha cercanía, mis dedos intentan tocarla para sentir su rostro grácil y melancólico.
Me alejo de mi duermevela, que permitió por un momento acariciarla, y en mi sueño mis manos se impregnan de luz nocturna y las puntas de mis dedos refulgen como velas encendidas por esta noche.
1 comentarios:
Me encanta que acompañes tus relatos con una foto chula. Muy currado el blog!
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