martes, 13 de octubre de 2009

· Cuarteto para piano y cuerda, Op. 47, III Andante cantabile de Robert Schumann


Este andante nos muestra a Schumann en su vertiente más predeciblemente romántica, pero que queréis que os diga... bendita sensibilidad. El cariz que toma la melodía en la voz del violonchelo, más contenido y profundo. El efecto del piano como retardado, de la parte central que aquí borda Gould, y ese acompañamiento sublime del violín, como trenzado con el piano, me desarma.


La melodía en una primera impresión no desentonaria con las novelas para la clase burguesa acomodada (en su vertiente victoriana “Jane Eyre”, "Sentido y sensibilidad" de Jane Austen...). Se podría pensar en la imagen del hogar feliz: esposo con batin fumando en pipa y leyendo a Byron o a Shelley junto al fuego, y la esposa ejemplar al piano tocando alguna sonata, etc…


Pero lejos de esta impresión, la vida de Clara y Robert estuvo marcada por la enfermedad mental del marido, y por el sacrificio, la entrega y la abnegación de un amor a prueba de bombas, verdaderamente romántico.


Camina bella, como la noche...


Camina bella, como la noche
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.


Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.


Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
Y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón con inocente amor!


Lord Byron Versión de F. Maristany
         

5 comentarios:

airun dijo...

El preciosismo de esta entrada guarda una unidad digna de elogios.Me hace sentir la sensibilidad a flor de piel al leer a Lord Byron y escuchar a la vez a Shumman, mirando de soslayo el bello rostro de Clara, reflejada totalmente en la poesía.

Son tres razones puestas sobre el escritorio las que me han hechizado: Clara, Byron y Shumman, y las tres encajan perfectamente en este juego de belleza.Chapó.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Chapó, Nuria.

El Paseante dijo...

Robert Schumann fue el compositor que me introdujo plenamente en la Música con Mayúsculas. Esta pieza es soberbia y doy las gracias por incluir al Maestro Shumann en este blog. Pero a mí me sigue poniendo los pelos de punta el soberbio Concierto para Cello y Orquesta Op. 129, que en la versión de Jaqueline du Pré y la New Philarmonia alcanza cotas sublimes. Claro, es mi opinión y ahí la dejo.

Locuaz dijo...

Totalmente de acuerdo con tigo. Hay mucha obra de Schumann imprescindible y genial, como por ejemplo la obra que citas, que ya trató no hace mucho nuestro amigo José Manuel G. en su blog “Diario de un Naufragio”: http://diariodeunnaufrago-bate.blogspot.com/2009/08/r-schumann-cello-concerto-in-minor-op.html
El tema de la entrada también venia traído, por la dualidad entre el sentimiento de una obra y las circunstancias personales, referidas a la enfermedad de Schumann.
Gracias por tu comentario.

Un saludo.

merche dijo...

nurita me encanta tu blog, el dibujo es tuyo??????????, es precioso.

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