martes, 13 de octubre de 2009

· Experimentos



Soy estudiante de experimentos, sobre todo los que hacen sonreír. Se sonríe cuando se atrapa un sueño al vuelo, cuando se encuentra una mano amiga en medio de la lluvia.

Estudio a fondo la manera de mirar de quien me sonríe. Los ojos se entornan con ternura complacientes, o miran de frente sinceros y me contentan. Los ensayos son arduos, porque nos tomamos las cosas sencillas como diferentes, siendo nuevas a ojos del que sonríe.

Hace unas semanas mis experimentos eran sentidos como un lío entre dudas que sucumbían al abismo. Es increíble que después de la práctica de sonrisas me sienta mejor, más fuerte y menos vulnerable.

3 comentarios:

Locuaz dijo...

Tú sabes que soy de la opinión de que el sentido del humor, que es quién detona en muchas ocasiones la risa, es la forma más elevada de inteligencia.

Hay que practicar a diario la riso terapia.
Una técnica muy buena es la de reír siempre al final: "el que ríe el último, ríe dos veces".

El Paseante dijo...

Me ha gustado mucho tu reflexión y la de Locuaz, así como el cuadro que has elegido para acompañarla. Pero también es verdad que en una reunión, una conversación, hay que saber crear ese ambiente para finalmente poder acabar sonriendo, o hasta riendo. Desde luego, hay que empezar sonriendo uno mismo e incluso riéndose de uno mismo: esto facilita mucho las cosas.

airun dijo...

Paseante, me ha enriquecido mucho tu opinión desde tu perspectiva de empresa. Me he dado cuenta que el segundo párrafo del escrito es universal para todos los ámbitos y creo que lo bonito de ésto es proyectar una idea que haga pensar al que lee y, desde su punto de vista, pueda aplicarlo a su cotidianidad.

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